Retrocedo. Ya no ando por las calles de una Granada llena de sueños. Ando
lejos de los faros, las luces y carmines de sucios encuentros. De caras
desconocidas, de viejos conocidos y de simples extraños. Ya no vivo tirado en
unas sábanas que siempre se deshacían pero que nunca hacía. Ni entre el olor a alcohol de jueves en el sofá y galantería. Tampoco soy aquel loco que engañaba
y mentía. Ni el que a todos sonreía. Nada queda de aquel vago recuerdo que era.
¿Avanzo? Ahora sueño con las turbias callejuelas de algo más que Granada. No
quiero ya carmines aunque sí viejos encuentros. Busco a conocidos que parecen
ser desconocidos y deseo alguna desconocida que se convierta en conocida. Ahora
hago la cama todos los días. Me olvido de escribir. No sonrío ni a quien me da
sin recibir. No engaño, pero soy sincero, que a la postre, puede ser tan igual
de certero. Vuelvo a la sencillez de la rutina, a ver de cerca y con sudor la
aceituna. A pensar en mí mismo y no en tantas que dejé en oscuras esquinas.
Gregorio S. Díaz "Retrocedo"