No sé si tú te riges por la ley de la oferta y la demanda, por esa lógica
capitalista mala. La de no ser nadie por no tener a alguien que te compre. La
de ser la estrella porque muchos te toquen. Si es así, me temo que tengo que
decirte que, por completo, te engañan. No eres más que el producto que se
compra y vende, cada dos minutos, por alimañas. Los que con la visión del
dinero y la cartera, te sacian, pero que tras el postre y el polvo de
medianoche, a la calle te largan. Porque así es la ley de la oferta y la
demanda, siempre habrá otra más que tú, en todos los sentidos, en todas tus
patrañas, por mucho que tú valgas. Haz como yo y entiende. La igualdad y la
justicia en los precios tienen que ser algo que esté vigente siempre. Deja de
ser alguien superior, o peor aún, de creerte serlo. No hables más, por favor,
no lo hagas. Que en cada palabra, te retratas. Que no eres un símbolo ni un
modelo a seguir. Ni una diosa a perseguir. Yo sé lo que valgo, y haga lo que
haga, mi valor no cambia. Tampoco me vendo a cualquiera ni me vendan las
nalgas. No va a comprarme nadie con dinero, porque con él no se construyen
alianzas. Adelante, sigue siendo una mercenaria. Sigue en la lista del ejército
de esclavas. No me llames cuando te den la patada. Cuando la belleza y la
juventud se te deshagan. Yo encontraré a la humilde Esperanza, lejos de tu
civilización y tu mierda humana. En sitios donde las emociones aún persistan y
rijan los corazones. En donde tu capitalismo rancio, por su beso, se desmorone.
En un mundo mejor, sin que haya gente que oferte ni demande.
Gregorio S. Díaz "Oferta y demanda"