Al final, la ambición desbordará. Estallará en mi
cara, como globo de agua. Dejaré de crecer. Dejaré de subir escalones. Dejaré
de avanzar. Al final, habrá que retroceder. Habrá que recordar. Imaginar.
Querer el tiempo echar atrás. Querer los recuerdos modificar. Al final, viviré
en un eterno pasado. Ese que se fue sin pena ni gloria y que hoy lo idealiza,
entero, la maldita nostalgia. El que vuelve a cada canción de las que lleno mis
noches baldías, lejos del ruido y del mundo nocturno. Al final, solo sabré
echar de menos. No a ti, sino a mí mismo, joven y cuerdo. Me conformaré con
quien llegue. Con quien quede y con quien se quede. Me conformaré con mirar
tras el cristal cuando llueva y no con empaparme de ella allá afuera. Me
conformaré con lo que siempre he dicho que nunca me conformaría. Puede que la
fe despierte de su largo letargo. Que la política deje de importar o me halle
más a la derecha del plano. Que la Historia me absorba y no la mire con lupa.
Al final, podré decir que me lo temía. Que, muy en el fondo, no era el
aventurero que creía. Que ya sabía yo cómo terminaría. Me conformaré, lo sé.
Pero juro, juro que vendería mi alma al diablo por un poco de más tiempo. Más
juventud en mi cuerpo, más momentos intensos, más oportunidades que agarrar a
destiempo. No más, pero sí mejores, besos. Más frío en marzo y más calor en
septiembre. Menos problemas. Muchos menos pájaros en la cabeza. Más madurez y
menos ingenio. Al final me conformaré y lo sabrás. Yo lo sé. Pero es que no daré para más.
Gregorio S. Díaz "Al final"