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18 de marzo de 2016

Mil siglos.

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Es inexorable el paso del tiempo. No se puede parar, ni retroceder o avanzar. Es lento su andar, pero en perspectiva, es tan rápido como un rayo. Tantos momentos que pasamos juntos y que ahora solo los puede acunar el tiempo. Incluso la memoria, hace hueco en el espacio que solías ocupar para que pueda nueva información procesar. Fue ayer, y parece que, en realidad, han pasado más de mil siglos. De las viejas canciones de guitarras y voces distintas. Hoy han evolucionado a canciones más maduras, con más instrumentos y más completas. Mil siglos desde los besos a escondidas o aquellos que veían todos, a la salida. Mil siglos desde la última vez que olí tu perfume. No la última vez que te vi, sino la última vez que fuimos. Que ya no recuerdo si fue allá por el mes de julio. Mil siglos, en definitiva, desde ti. Mil siglos desde nosotros. De lo que ya no seremos. El tiempo hace que a veces me lo pregunte. ¿De verdad exististe? ¿De verdad fuimos tan grandes? Es como si no lo recordara. Como si ya no me acordara. ¿De verdad te tuve tan cerca como para sentir tu aliento en la nuca? ¿De verdad? ¿De verdad nos enviámos todos esos mensajes? ¿Nos dedicamos tantas palabras que pensábamos no tendrían final? ¿De verdad te tuve en mi cama más de cien noches? No han sido mil siglos, pero como si lo fueran. Porque en el tiempo te alejas. Porque me torturas. Hasta que muera, por muchos más de estos mil siglos tendré que pasar. Maldiciendo al tiempo, a la adolescencia. Maldiciendo al destino. Borrando las frases que un día nos dijimos, las que pintaste en mi espalda y ahora parece que traspasan y resquebrajan mi pecho. 

Gregorio S. Díaz "Mil siglos"

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