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13 de marzo de 2016

Escritor frustrado.

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La pluma derrocha tinta que jamás será aprovechada. Aunque qué va hablar este poeta maldito de aprovechar si no aprovecha ni el rocío de la mañana, porque duerme a pierna suelta hasta la hora de la siesta. Los libros de poesías están abiertos por páginas escogidas al azar. Aunque qué voy a decir yo de poesía, si no estás tú y por tanto, poesía ya no será nunca más tú. Ni tu sombra. Tienes juventud, dicen algunos, la vida entera por delante. Qué sabrán ellos de sentir morir a cada paso que da la aguja del reloj, de llorar cuando te aman con halagos las ingrávidas amantes de bares. Entérense ya, demonios del derroche, arpías que se alimentan de mis solitarias noches, brujas y hechiceras, que maquinan contra este enfermo y me desean el peor de los males y el infierno. ¡Entérense de una vez! Que no quiero todo lo que tengo, porque ya lo tengo. Que quiero más, porque no lo poseo. Que no soy feliz ni lo seré aun teniendo a mi vera a la chica de mis sueños. Ni teniendo todo el oro del mundo. La frustración no pasará como pasaron otros sentimientos. El poeta loco no dejará de crecer, envejecer y componer lamentos. De llorar y desear al pasado remoto. De morir por lo que fue, porque ya fue y no puede volver a serlo. A verlo. Este puto escritor frustrado jamás dejará de camuflarse en las letras para mitigar el odio y el miedo. La soledad, la vejez y el recuerdo.

Gregorio S. Díaz "Escritor frustrado" 

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