Qué fue de todo aquello que un día imaginamos. Se esfumó como el sueño de
cada mañana, como las briznas del fuego en el que nos quemamos y con las que
dibujamos historias para no dormir dentro de mi cama. Qué fue de aquellos
primeros besos. De las promesas de excesos y del para toda la vida. Qué
ingenuos fuimos al creernos todo lo que nos decíamos. Todo lo que nos
escribíamos. Como si no fuera a terminar ningún día del resto de nuestros días.
Como si fuera eterno con solo decirlo. Con solo prometerlo. Qué fue de la
pasión y las ganas, si ya no recuerdo cómo se llamaban, si yo leía sus nombres
en tu cara. Qué fue del futuro, ese que parecía escrito y al que le cortamos
las páginas como si fueran alas. Qué fue del mundo aquel en el que crecimos y
por qué ha cambiado tanto en tan solo un par de suspiros. Porque solo han sido
dos. Qué fue de ti, que perdida estás en el tiempo. Qué fue de mí, que perdido
estoy, aunque no sé dónde, en todo momento. No solo te perdí a ti, se fueron
muchas otras. Tú, sin embargo, sigues doliendo aquí. Ya no en el pecho, pero sí
en el recuerdo. No solo me he perdido a mí, sino que no volverá el que una vez
fui. Ese que tenía todas las partes bien proporcionadas. Ahora unas se caen,
otras se tuercen y ya no encajan. Como si la Muerte avisara. Como si me
degradara. Qué fue de ti y en que te has convertido. En todo lo que no querías
ser. En todo lo que dijiste que nunca te convertirías. En lo que nunca quisiste
ser y dijiste que odiarías. Lo sé, no importa, hay promesas que no se pueden
cumplir, eso ya lo escribí una vez. ¿En qué me he convertido yo? No lo sé. En
una sombra de lo que siempre quise ser, tal vez.
Gregorio S. Díaz "Que fue"