Nuestro beso será, por siempre, inédito. Algo que debería ser, solo por
cuestión de lógica y, sobre todo, de magnetismo. Y no es que lo diga yo, sino
que es el mundo el que nos lo grita. Aunque también la que nos marca los
estereotipos. Nosotros lo callamos. Lo rechazamos. Como si ambos no
quisiéramos... Yo por lo menos de noche, a veces, lo imagino. Otras lo detesto.
Lo desecho. No sé si encajaríamos, pero nuestros contextos son totalmente polos
opuestos. Ni se atraen y tampoco quieren hacerlo. Solo quizá, algún día o en
algún momento. Cuando perdidos sean nuestros cuerpos en el tiempo o cuando la
voz del Gran Hermano se calle para siempre y vomite para sus adentros. Cuando Shakespeare escriba de nuevo y ponga paz entre los Capuleto y los Montesco. Cuando la sangre de todos sea roja y las lenguas de fuego no escupan veneno. Cuando el orgullo muera y el amor triunfe sobre ellos. A nosotros éste ya nos espera muertos. Solo
queda pensar eso, que quizá en otro tiempo. En otro momento. En otra vida y en
otro cuerpo. Porque ahora no. Ni mañana ni un día de estos. Porque no podría
ser, no, no puede ser. No debería ser, no, no debe ser. No será.
Gregorio S. Díaz "En otro momento"