Sabes, tan bien como yo, que nos debemos más de un beso. Y más de dos. Uno
por cada vez que te miré y salí corriendo. Ahora que lo pienso fueron tantas
veces que, visto desde lejos en el tiempo, solo queda la nostalgia y el
recuerdo. Eso sí, no me quejo. Éramos solo unos niños jugando a ser en lo que
nos convertiríamos. Solo que íbamos demasiado despacio y la prisa nos mataba.
Tú no sé, pero yo tuve que esperar hasta los quince años. Mis letras, demasiado
jóvenes, también te retrataron. Ahí está aquella historia, la primera que me
atreví a contar. Guardada en un cajón, como recuerdo vivo y fantasioso de algo
que sucedió y que tuve que colorear porque lo llevábamos en tonos demasiado
grises. De ese cajón, algún día, saldrán las tuyas. Las que yo te envié, sé que
las quemaste. Y aunque nos debamos más que un beso, tú regalas más que eso y yo
no quiero ni hablar del dulce sabor de éstos. Son mentirosos, engañan y te
dejan boqueando. Estamos en paz, no nos debemos nada. Mejor se lo dejamos a los niños
que nunca volveremos a ser.
Gregorio S. Díaz "Y más de dos."