Algún día me matarán por todo esto. Me cogerán una tarde de mayo, cuando el
sol empieza a calentar las fachadas blancas de una España que, a pesar del
tiempo, no ha cambiado mucho. Cuando intenta levantarse, sin decir arriba, la
vuelven a tumbar, a golpe de fusiles y dictaduras. Ocurrirá de nuevo y nos
volveremos a sumergir en tiempos revueltos, en pasados remotos. La Historia
avanza y da más oportunidades. Los círculos de los que la escriben, solo dan
rodeos. Volverá la esperanza a recorrer la sangre de la juventud. Volverán a
truncarse. Cuando eso ocurra, ya no seré más en esta tierra llena de esclavos
que obedecen a contados amos. Un par de simples balas borrarán el brillo de mis
ojos cerca de las tapias del cementerio. Ese que de vida está lleno. ¡Ay, qué
necios! Ni en el treinta y seis nos mataron, ni cuando llegue el día cortarán
lo que no tiene freno: la fuerza de la justicia y el poder del pueblo. Me verás
entre sus manos. Desharrapado, sangrando y con el puño levantado. No sé si te
dejarán darme el último beso, quizá te arrepientas siempre de no arrebatármelos
cuando podías, en exceso. No importa. Estarás asustada y no lo entenderás. Las
guerras son guerras y mueren personas, tendrás razón, más nunca lo harán las
ideas. Esas que nunca tuviste y que espero con mi muerte poder brindarte. Poder
traspasarte. Hacerte consciente. Si quieres saberlo de antemano, no me dejarán
seco por unirme al nuevo eco que iba a dar el vuelco en favor de la mayoría. Ni
siquiera por participar de la autogestión antes de la caída del frente,
enterrado en las montañas que de pequeños recorríamos. No lo harán por eso,
tampoco tendrán culpa los que apretaron el gatillo. Quiero que sepas, querida,
que aquel fusil lo empuñaron muchos otros, esos que te mirarán por años al
pasar, cuchicheando a tus espaldas. Esos que seguirán vistiendo camisa y
sombrero, comandando una sociedad a la que no le quedará más que el sucio
dinero, que a ellos sobrará y a ti, harta de trabajar, te faltará. Todos esos
serán los culpables. Ya tuvieron una reunión, mucho antes de todo aquello, en la que preveían mi fusilamiento. Todos esos serán los que me matarán. No será por venganza
ni por traición. Sino por diferente. Por levantarme, haciéndome el valiente, en
épocas de libertades y deseos. Por querer destacar, por llevar la bandera
tricolor de cara al viento, por no negar, abiertamente, aquello que soy y creo.
Por tener libros y, sobre todo, por leerlos. Lo harán por lo que ahora hago. No
te preocupes por mí, no tendré miedo. Dibujaré una sonrisa antes de partir. Un pensamiento para
ti. Te ayudaré desde donde continúe la vida, y si no lo hace, lo haré desde la
tumba. No te preocupes por ti, saldrás adelante. Estoy seguro que el hijo que llevarás dentro cumplirá los anhelos de su padre.
Gregorio S. Díaz "Me matarán por esto, querida"