Las canciones siempre vuelven.
Esa melodía que tarareabas de pequeño y de la que nunca hallaste la letra.
Aquellos bohemios acordes de acordeón de calle que toca alguien que no tiene
casa pero que tiene talento. Esos mismos que te recuerdan a la infancia. A los
monstruos de dibujos que hacían a tu mente volar más allá de la única realidad.
Las canciones siempre vuelven. Son las que te achuchan cuando no sabes qué
decir. Las que dicen, por ti, lo que no puedes decir. Las que te recuerdan a
ella y las que se acuerdan de ti. Las que forman parte de tu piel, de las que no
te puedes despegar. Las canciones siempre aparecen. La perfecta para cada
momento. Como si el destino leyera tu pensamiento. Otras, es verdad, vienen a
destiempo. Cuando has olvidado o cuando te han olvidado. Cuando la oportunidad
se ha esfumado. Las canciones siempre vuelven y lo hacen por algo. Siempre
tienen un poco de razón y una nueva interpretación. A mí me ha vuelto esa que
me acompañó durante muchos días en tierras extrañas, en campos naranjales y de
uva verde aceituna. Cuando dormía, hasta que del todo amanecía, en un Ibiza con
olor a Miami. La que me hacía soñar con corazones, hasta el punto de confundir
la trampa con la magia. Las canciones siempre vuelven, así que no te preocupes.
Las que no vuelven, porque escondidas están, déjalas sonar. Que ya volverán…
Gregorio S. Díaz "Las canciones siempre vuelven".