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13 de noviembre de 2016

Amor plutónico.

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Amor plutónico. Porque Platón ya no tiene ni idea. Ni de mitos ni de cavernas. Porque Plutón ni siquiera es un planeta. De hecho, dudo que sea más grande que una de tus tetas. Porque siempre serás eso, Plutón. Tan lejos de mí, como lo está él del Sol. Tú que quemas, yo que muero de frío. Por eso de la distancia, años luz de tiempo. Mis sondas son tan lentas que llegarán a ti mis escritos cuando ya no haya remedio. Cuando yo ya sea una estrella etérea brillando, porque muere, en otro mundo. Cuando me rehaga y a ti te despedacen los corderos que se convertirán en águilas. Amor plutónico. Por lo congelado de su superficie. Por su atmósfera que ahoga y no te deja respirar. Te inunda en el vacío. Te habrás dado cuenta que esa capa allí es inexistente. Por esos anillos que no lo rodean y que al mismo tiempo nos separan. Por la oscuridad eterna en la que vivo desde que dejaste de empujarme. Ahora estoy quieto sin fuerza ni gravedad que algún destino me depare. A la deriva y sin mar. Ni sirenas de espacio que valgan.  Por la cantidad estrellas en las que pernocté y por las que me guie, usándolas. Mintiéndoles. Cogiendo su brillo, porque sin ti no brillaba. Lo que daría ahora por un destello de alguna de ellas. Esos que no valoré y que hoy me ciegan. Que errante he buscado tu luz, apagando las que por el camino encontraba. 

Gregorio S. Díaz "Amor plutónico"

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