Cuéntame
a qué te sabe el vacío, porque chica, ni con besos de rutina, ni con fotos
retocadas para gustar a la gente típica, lo puedes llenar. Que sí, que sí, que
has encontrado felicidad y que al fin has podido volar. ¿Cuántas mentiras más
serás capaz de articular? Cuéntame, que me interesa ver cómo sigues
engañándote. Que ese calor que notas es recalentado, porque lo buscas cuando
menos mujer te sientes. Cuando menos persona eres. Porque todos necesitamos esa
mano. Cuéntame otra vez el cuento de siempre, que me olvidaste. Que te cansaste
de llorar por quien no secaba esas lágrimas. Yo sé que te das cuenta cada vez
que lo niegas. Cada vez que me niegas. Que no hay ni un puto día que no te
acuerdes de nuestro bendito desastre. Que hay veces que te da por, a viva voz, llamarme:
no es ningún lapsus, lo haces aposta, equivocándote. Otras marcas mi número e
intentas enviar un mensaje. Cuéntame qué se siente, cuando crees que te
recorren mis dedos y no son ellos los que te vuelven los ojos. Sí, venga,
excúsate en el tiempo. En el paso de los años. En el transcurso de la vida.
Créete eso de que es inevitable ir alejándose. Querida, sabes perfectamente que
ni con ochenta años. Tus arrugas seguirán ancladas en el recuerdo de mi
juventud tan adorada. Cuéntame qué haces para quitarte toda esa rabia. La que
te inunda cada vez que de mí te hablan. Que sé que tus piernas tiemblan y tu
corazón se acelera. Que sé que lo ahogas en helados y en paseos de mierda. Sigue,
tranquila, que no es por querer demandarte nada. Era solo por ver cómo acaba la
farsa. Porque acabará y sé que tendré que sobrepasarla. Si lo sé, es porque lo
he vivido. Porque yo también me he recalentado. Porque yo también me lo he
creído. Si lo sé, es porque te escucho pensarlo: no sé cómo, pero, de alguna
manera, estamos conectados. Yo, si quieres, te cuento. No me importa decirte a
qué me sabe mi vacío: a silencios, a ausencias. A locura. A autocensura. A
querer leer más. Querer morir y vivir. Las dos por igual. Un vacío que pronto
se llenará de todo, y, sobre todo, de verdad. De realidad. Al tuyo sigue
haciéndolo rebosar de maldiciones, mentiras y de estrella, que es fugaz.
Gregorio S. Díaz "Cuéntame a qué te sabe el vacío"