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26 de enero de 2017

De amor no se muere.

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Si yo no he muerto por ti, ¿quién de amor va a morir? Si yo logré sobrevivir, ¿quién se va a eternamente maldecir? De amor nunca se muere, y si se muere, es porque no hubo vida. De amor se llora hasta que se seca el alma. Luego se vuelve a llenar de lágrimas provocadas por la risa. Para volverse a vaciar y para volverse a colmatar. El amor es una ruleta rusa, en la que hoy te salvas y mañana te dispara. Una ola de inestables bajadas y crecidas. No le eches la culpa a la Luna, a los errores de bulto, al no querer agarra la mano. No culpes a la diosa fortuna, al diablo que te asustó ni a los problemas pasionales colorados. Culpable es la burguesía, siempre lo es. Por meterte un capricho en la cabeza. La literatura, por idealizar el mundo y las personas. Los relojes que avanzan, irremediablemente, los días. El consumismo salvaje, de usar y tirar. Lass palabras que no se dicen por miedo a fallar. Las que se escriben, por ser cobarde para no enfrentar. El amor no está en todas partes, porque nunca es real. El amor está en el aire que separa a dos que lejos están y no a los que se unen provocando vacíos que van más allá de lo existencial. El amor no mata ni tampoco muere. El amor muta, cambia, se transforma. Ayer, deseo de tenerte cerca para siempre. Hoy, con que pienses en mí cuatro veces, estoy contento y alegre. Más allá de no poseerte. Más allá de que retuerzas otras pieles.

Gregorio S. Díaz "De amor no se muere." 

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