Si yo no he
muerto por ti, ¿quién de amor va a morir? Si yo logré sobrevivir, ¿quién se va
a eternamente maldecir? De amor nunca se muere, y si se muere, es porque no
hubo vida. De amor se llora hasta que se seca el alma. Luego se vuelve a llenar
de lágrimas provocadas por la risa. Para volverse a vaciar y para volverse a
colmatar. El amor es una ruleta rusa, en la que hoy te salvas y mañana te
dispara. Una ola de inestables bajadas y crecidas. No le eches la culpa a la
Luna, a los errores de bulto, al no querer agarra la mano. No culpes a la diosa
fortuna, al diablo que te asustó ni a los problemas pasionales colorados.
Culpable es la burguesía, siempre lo es. Por meterte un capricho en la cabeza.
La literatura, por idealizar el mundo y las personas. Los relojes que avanzan,
irremediablemente, los días. El consumismo salvaje, de usar y tirar. Lass
palabras que no se dicen por miedo a fallar. Las que se escriben, por ser
cobarde para no enfrentar. El amor no está en todas partes, porque nunca es
real. El amor está en el aire que separa a dos que lejos están y no a los que se
unen provocando vacíos que van más allá de lo existencial. El amor no mata ni
tampoco muere. El amor muta, cambia, se transforma. Ayer, deseo de tenerte
cerca para siempre. Hoy, con que pienses en mí cuatro veces, estoy contento y
alegre. Más allá de no poseerte. Más allá de que retuerzas otras pieles.
Gregorio S. Díaz "De amor no se muere."