Vas a nacer en un mundo que está
patas arriba. Que no sabe ni a dónde va y que se encuentra del revés. El que
tiene, todo lo tiene, el que necesita, nada recibe. Salvo palos. Vas a nacer en
un mundo lleno de incertidumbres. Roto por los cuatro costados. Desigual. Falto
de pudor y escrúpulos. De consideración y respeto. Un día, espero contarte,
cómo hubo alternativa. Cómo la cultura prevalecía sobre el dinero y cómo la
mujer se defendía y tenía derechos. Será un placer instruirte para combatir
este desbarajuste. Jóvenes, como tú lo serás un día, cambiarán lo que hoy es
agonía y muerte. Nacerás en el seno de una familia que posee poco, pero que te
lo dará todo. Más que el regenteo de muchos otros. Esos mismos que te
menospreciarán por una condición que ni siquiera eliges tú. No te preocupes, el
llanto se convertirá en indiferencia y las maderas que aguantan sus velas se resquebrajarán
antes de que lo entiendas. No sé si te veré crecer, como a tu hermana. Sí que
estaré aquí hoy, pero dudo que lo esté mañana. También te llegará el día de las
locuras y la rebeldía. Te conoceré, por fotografías y recuerdos a distancia, si
es que llega el caso y me doy a la aventura. Volveré, tienes que saber. Vas a
nacer casi veinticuatro años más tarde que yo. Si te pones a pensar, cuando lo
hagas, no es abismal el precipicio. Tendrás más de mí y yo de ti. Estás a punto
de nacer, como predije, en catorce. Con una estrella en todo lo alto. A pocos
días de la revolución de febrero. Contigo viene el cambio. El deseo de
apertura. La esperanza y el final de todas las ataduras. Lo único que te pido
es que no lo hagas hoy. No nazcas hoy. Que quiero equivocarme. Que el
diecisiete ruso es más bonito. O el veintidós, que ambos compartimos.
Gregorio S. Díaz "Diecisiete"