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6 de febrero de 2017

La chica del concierto.

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Analizar, milésima a milésima, el pasado. Reconstruir hechos mentalmente. Querer cambiar algo, querer cambiarlo todo. Querer grabarte para siempre, en la mente. Por eso lo de escribirte. Para que no te vayas nunca. Para que te quedes. Para que los dos desconocidos piensen en lo que pudo haber sido. Al verte doble, creí que demasiado había bebido. Como si una cerveza sola provocar pudiera aquel desvarío. Al cantar y saltar, a mi lado, creí, te lo juro, estar enamorado. Noche mágica. Llena de hadas de la música y de espíritus inmortales, que danzaban al son de las almas que somos, como fantasmas errantes. Cerca de ti, canté al amor que muere. Y al que duele. Al olvido, al temor y a las nuevas oportunidades. Te canté a ti, aunque no pudieras escucharme. Imaginé cómo decirte que yo también podría dedicarte un romance, y dejar a la Luna donde está, testigo del pliegue de nuestras pieles. Divagué pensando cómo hablarte. Cómo atreverme. Cómo parar el tiempo con la mujer dormida en el aire para contarte de mi lengua la leyenda de aquellos dos volcanes. Cómo enseñarte a cambiar el mundo, bailando, sin los pies pisarte. Cómo poder, de tu gemela, diferenciarte. Cómo paralizar tu mirada al mirarme. El tren, por segunda vez, pasó, como pasan todas las canciones. Y luego me torturé, en cómo encontrarte. Me maldije por no haber tenido el suficiente coraje. Que ya no volveré a ver tus dientes de collares. Que ya solo quedarás en los sueños perdidos y no habrá primer beso. Que solo serás la chica especial del concierto…

Gregorio S. Díaz "La chica del concierto"

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