Cariño, dime, ¿qué nos ha pasado?
Que ya no decimos amor y tampoco amigos. Ni una palabra, solo esporádicos
pensamientos. Como si fuéramos un pasado tan remoto como el tiempo de los
dinosaurios. Que las cenizas, después de mojarse, han volado. Se han disuelto.
Qué nos ha pasado, que hace tiempo que no recordamos lo grandes que fuimos. Que,
poquito a poco, ha ido borrándonos mutuamente el olvido. Ya no somos aquellos
dueños del mundo que, inmortales, se regalaban los besos que solo se regalan en
las columnas y en los pasillos. Esos que ahora recorro de nuevo y me llenan de
memorias muertas. Si lo pienso, nos puedo ver, aún. Seguimos ahí, en otras
caras, en otros cuerpos, en otros brazos. Ellos aprendieron de nosotros.
Nuestras almas están impregnadas, para siempre, en ellos. Y en esos pasillos.
El tiempo no olvida, aunque avance deprisa. Si cierro los ojos, siento los años
rebobinar. Mi silbido buscándote entre las sirenas y tu mirada esperándome,
guiándome. Salvándome. Cuando los abro, descubro una nueva realidad. Yo
enfrente de donde me solía sentar. Caras nuevas en las que descubro las sombras
de todos aquellos que por este laberinto pasaron. Teniendo la orden y el mando.
Viéndome a mí mismo, allí sentado. Cómo volver atrás, sin ti allí y conmigo
casi muerto ya. Qué nos ha pasado, que no quedan restos de los niños que fuimos.
Esos que crecieron cada día juntos y cerca en un viejo instituto. Cariño, solo
sé que te arrancaron de mi cabeza a golpes y porrazos. Que me invadió el miedo.
El no querer luchar. No quise, si quiera, tener la oportunidad de fracasar. De
equivocarme. Luego, vino la distancia y el alejamiento. Carmines de labios en
mi espejo y pantalones rotos en tu cuarto. Suerte, mala suerte y karma. Éxito y
fracaso. Cariño, lo que pasa es que demasiado hemos crecido. Que ya no nos
preocupamos por sonreír ni por ser esos niños. Los que llevamos dentro. La
tuya, no importa si no viene. Que donde está, se quede. Es lo más sensato. El
mío, estoy seguro, te esperará en aquel pasillo hasta que se muera o muera esperándote.
Porque si no te saco yo, no hay golpes que valgan…
Gregorio S. Díaz "Cariño, dime, ¿qué nos ha pasado?"