Esta vez no has sido un huracán.
Un tsunami. No has sido un lacrimoso temporal. No has arrastrado, a tu paso, a
este corazón cuarteado. Ni se aceleraron los latidos ni las pupilas se
dilataron. Solo quise morirme, en esa ola, cuando tus vientos agitaron como
antaño. Solo sentí esa nostalgia de querer ser maltratado, corrompido y por la
marea, hasta que se calmara, llevado. Esta vez soy más fuerte, por si no lo has
notado. Inmune ya, a tus cien mil olores envenenados, que me llegan cada cierto tiempo, como siempre has hecho. Que fueron tus dardos
solo copias de algunos pasados. Que esos, conmigo, también los habías tirado.
Que lo haces cuando los besos se resquebrajan y quieres provocar dolor y daños.
Sentirte superior por tener alguien con quien hablarlo. Con quien asustar y
asustarlo. Yo ya me he resarcido. He buscado el perdón en ojos que, como nunca
he visto yo, me han mirado. Por mis aventuras, locas y creídas, por mis
hazañas, no memorables, me he disculpado. He puesto el grito en el cielo porque
yo también supe lo que era salir malparado. Porque tengo la certeza de que el
bien y la suerte, es algo que te tienes que ir ganando. No puedo decirlo más
claro: fueron años idealizados por dos niñatos que no sabíamos a lo que
jugábamos. Que se rompió el globo de tanto golpearlo. Que, de aire, queríamos
que durara hasta los mil cumpleaños. Y sí. Eres la bruja por la que estaré cien
años embrujado. La que dibujaré, sin un por qué y de casualidad, en algunos de
mis cuadernos. En quien piense cuando tenga saturada la mente. No en lo que
eres, sino en lo que fuimos. No en esto en lo que nos hemos convertido. En seres
muertos y perdidos. Añorando tiempos por lo que significaron y no por lo que
han sido. Que a mí ya no me importa estar perdido porque tengo un camino. Y me
da igual si no lo recorro contigo. Es algo que me has enseñado y que yo he
aprendido. Que tú has forjado alianzas estrechas, así que no tires por la borda
todo lo construido. Tal y como nosotros hicimos. No esperes a que la
perspectiva del tiempo te pregunte qué hubiera sido. Que te golpee la realidad con
el “qué tonta he sido”. Arregla lo tuyo. Luego piensa en mí alguna vez, como
dijimos.
Gregorio S. Díaz "Arregla lo tuyo"