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22 de abril de 2017

Arregla lo tuyo.

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Esta vez no has sido un huracán. Un tsunami. No has sido un lacrimoso temporal. No has arrastrado, a tu paso, a este corazón cuarteado. Ni se aceleraron los latidos ni las pupilas se dilataron. Solo quise morirme, en esa ola, cuando tus vientos agitaron como antaño. Solo sentí esa nostalgia de querer ser maltratado, corrompido y por la marea, hasta que se calmara, llevado. Esta vez soy más fuerte, por si no lo has notado. Inmune ya, a tus cien mil olores envenenados, que me llegan cada cierto tiempo, como siempre has hecho. Que fueron tus dardos solo copias de algunos pasados. Que esos, conmigo, también los habías tirado. Que lo haces cuando los besos se resquebrajan y quieres provocar dolor y daños. Sentirte superior por tener alguien con quien hablarlo. Con quien asustar y asustarlo. Yo ya me he resarcido. He buscado el perdón en ojos que, como nunca he visto yo, me han mirado. Por mis aventuras, locas y creídas, por mis hazañas, no memorables, me he disculpado. He puesto el grito en el cielo porque yo también supe lo que era salir malparado. Porque tengo la certeza de que el bien y la suerte, es algo que te tienes que ir ganando. No puedo decirlo más claro: fueron años idealizados por dos niñatos que no sabíamos a lo que jugábamos. Que se rompió el globo de tanto golpearlo. Que, de aire, queríamos que durara hasta los mil cumpleaños. Y sí. Eres la bruja por la que estaré cien años embrujado. La que dibujaré, sin un por qué y de casualidad, en algunos de mis cuadernos. En quien piense cuando tenga saturada la mente. No en lo que eres, sino en lo que fuimos. No en esto en lo que nos hemos convertido. En seres muertos y perdidos. Añorando tiempos por lo que significaron y no por lo que han sido. Que a mí ya no me importa estar perdido porque tengo un camino. Y me da igual si no lo recorro contigo. Es algo que me has enseñado y que yo he aprendido. Que tú has forjado alianzas estrechas, así que no tires por la borda todo lo construido. Tal y como nosotros hicimos. No esperes a que la perspectiva del tiempo te pregunte qué hubiera sido. Que te golpee la realidad con el “qué tonta he sido”. Arregla lo tuyo. Luego piensa en mí alguna vez, como dijimos.

Gregorio S. Díaz "Arregla lo tuyo" 

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