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18 de mayo de 2017

Nuestra guerra.

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¿Te acuerdas de nuestra guerra? Los dos salimos heridos. Los dos de muerte. Nos enfrentamos cuerpo a cuerpo, beso a beso. Supimos el sabor de la sangre en el paladar. Lo que era la mala y la buena suerte. Lo que era el infierno y el paraíso. No quisimos dialogar. Como si la diplomacia no se hubiera inventado más atrás de Roma. Decidimos querernos, romper, batallar. Dejarnos provocar. Defender, defender y atacar. Yo un beso a otra, tú la mano a otro, y Guerra Mundial. Escondidos en las trincheras, hasta que, por fin, entre minas, disparos, balas y soldados nos volvimos a encontrar. Portaban una bandera blanca, sobre la que nos envolvimos, eran las sábanas de tu cama. Eso fue lo nuestro: guerra con breves treguas de paz. Treguas de paz con una larga guerra. No fue posible un acuerdo, ni tan siquiera un armisticio. Nuestras Coreas no se volverán a unir. Siempre estarán al borde de la guerra, del precipicio. Hoy, totalmente desarmado, ando por los campos yermos en los que mutuamente nos desangramos. Aquí dejo mi chaleco, mis botas y mi boina. Mi cigarrillo, mi reloj y mi revólver negro. Prometo no volver a disparar. Tú, si me ves, por favor, aprieta ese maldito gatillo una vez más. 

Gegorio S. Díaz "Nuestra guerra"

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