En la noche en la que puedes
salir de tu escondite y trepar por los muros, cual sombra, que te llevan hasta
mi entreabierta ventana. En la noche en la que todo se vuelve tinieblas y el
olor a gachas frescas envuelve y llena de magia, cuyo líquido crea costras
artificiales en los dedos de aquel que solía, por las calles y las cerraduras,
rociarlas. En la noche que los muertos son los vivos. Cuando el tiempo se
detiene a la hora en la que millones de relojes un día se pararon. Cuando
recordamos que la tumba nos espera y que, tras ella, seguiremos teniendo sitio en este mundo macabro. En la noche del miedo que no es miedo, sino temor
a dejar de existir, a morir, yo te invoco. Y lo hago para pedirte que acabas
con el sufrimiento mío. Y no es que te esté arengando a que me lleves, de tu
mano, al otro lado. Ya habrá tiempo para eso, tal y como dijiste en aquellos
lejanos y confusos sueños. Te pido que aparezcas, no que me asustes, sino que
te sienta. Que puedas actuar como ángel de oficio en esta vida que para mí se
ha convertido en juicio, pensando siembre en lo que hago bien o mal. En el qué
dirán y en el qué diré. Que intermedies por si me meten miles de años de
infravalorada condena. Conviértete en humo etéreo y fúndete con la cera que
solidifica en las rojas velas de la cocina. Es para pararle los pies a quien
lleva ya un lustro interponiéndose entre el camino que sigo y mi destino, ese
que tú ya leíste, porque está escrito. Dile que yo ya me he rendido. Que no hay
mal que desee a nadie, solo amigos. Que perdí y perdón he pedido hasta por los
pecados no cometidos. Que nunca quise hacer daño, pasarme de listo, ni cometer
delitos. Que yo ya solo escribo. Que entiendo que es pasado. Que por todo ello
me quite de encima este hechizo. Que solo quiero paz, buena suerte y muchos
libros. Que no quiero vivir así, maldito.
Gregorio S. Díaz "En la noche de las tinieblas"