Yo no te quería. Solo era una
pose. Una foto que queda bien. Un espejismo. Una mentira. Como si tu figura y
tu compostura, con su inusual belleza, despertadora de pasiones y de rasgadas
vestiduras, me hubiera hecho a mí más hombre. En realidad, solo me hizo más
tonto. Más idiota. Como si lo que importara fuera tener tu carita y tu sonrisa
de niña buena y no tener alguien que al verla sientas que revientas. Yo no te
quería. Mi mano en tu mano y para calle. Yo no te quería, solo era por sentirme
triunfante ante la vida, ante quienes había dejado atrás. Yo no te quería, solo
quería mostrarte. Como trofeo. Como si fueses de verdad mía, a la vez que un
florero inoperante. Supongo que era eso. Creía quererte porque me hacías sentir
un héroe. No tú y lo que eres, pues nada de valor y personalidad tienes, sino lo
que aparentas y todo el mundo pensaba que me pertenecía. Supongo que era eso.
Yo no te quería, buscaba en tus ojos otros ojos y en tu cama otras sábanas.
Otras manos y otras ganas. Otro nombre y otras palabras. Yo no te quería. En
cambio, tú sí que me querías, pero hacías como que no podías. Yo no era un
trofeo, porque no puedo serlo. Tampoco lo aparento. No me revestía el oro del
que te dije, estoy hecho. Hablaba de pequeñas pepitas que relucen a veces en
forma de versos. Tú me querías. Tanto,
tanto que te dolía. Por eso te alejaste enseguida. Tu destino peligraba, cada
día que en mí te hundías. Como si esas ínfulas de reina no fueran falacias que
te contaron desde chica. Yo no te quería. Aquella no era forma de querer. Tu sí
que me querías, pero la tuya tampoco lo fue.
Gegorio S. Díaz "Yo no te quería."