Ya te previne. Te avisé, indirectamente.
Incluso lo comprendiste. Ya te dije que llegaría este momento. Que vendría la
noche en la que soñarías conmigo y que ya lejos me encontraría. Que te
faltarían esos abrazos en la noche oscura de tu cuarto. Que el portal ibas a
encontrar vacío el amanecer en el que giraras hacia atrás la cabeza. Que me buscarías sin quererlo. Sin pensarlo.
Que llegaría el momento, después de tanto movimiento, que al pararte reflexionarías.
Que arrepentida volverías a maldecir a los caminos que no recorrimos juntos. No
hace falta que me cantes trozos de canciones que hablan de juventudes eternas,
ni que me recuerdes las noches de bulerías, vino e historias. Ni me hables de
tu cama ni de mis promesas de amor modernas. Que ya te creí una vez, y me disparaste
al cuello. Que ya he elegido mi destino, y eso que no sé ni lo que tengo ni lo
que quiero. No me jures que el tiempo ha pasado, que otros somos y que puede volver
a la luz y el calor al fuego: las cenizas se esfumaron, forrando un corazón que
solo tú volviste negro. No me des unas explicaciones que llegan a deshoras. Solo
leyéndome podrás entender todas las horas que he pasado llorándote. Todos los
años que guardado el luto, que he estado de duelo. La risa que siempre regalé
hoy ha envejecido. La rutina, de la que te sacaba, me ha estado torturando. No
me han quemado otros labios, y eso que lo he intentado. No me han roto otros
rostros, ni he idealizado otras piernas. Me he endurecido. No voy a dejar robarme
lo poco que me queda: mis últimas ideas. Esas que no pudiste llevarte cuando
desapareciste. Esta vez no voy a dejar engatusarme. Soy mucho más fuerte. Esta vez tendrás que irte
por el mismo sitio por el que vuelves. Ya no quema en mi piel tu nombre.
Gregorio S. Díaz "Te previne"