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16 de marzo de 2018

Años de guerra y racionamiento.

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Cuando tenga el valor para ser quién soy, pero esté todo hecho. Gritar al único viento, y no a los cuatro, lo que tengo aquí dentro y no sale ni con mil copas de veneno. Solo sé que tengo la jodida manía de escribirte. Sin saber por qué y sin querer hacerlo. Si lo pienso, es solo escribir y pensarte, o viceversa. No sé si te escribo porque te pienso o te pienso porque te escribo. Tampoco logro entender por qué la melancolía y la nostalgia me corren por los oxidados núcleos centrales del sistema nervioso, preguntándome al ritmo de tres mililitros de sangre al segundo, si está bien que sea todo como es: yo aquí, de aquí para allá. Conmigo. Tú… Si hasta Madrid tiene tu nombre. Díselo a los Bordadores. A los folletos nacionales en los años de guerra, asedio y racionamiento. No lo comprendo de verdad, si todo es azul ahora. Amarillo, rojo y morado. Verde intenso. Nada de grises o negro. Tiene que ser porque sigo perdiendo, a puñados, la juventud. Contigo fue entera mía. Ahora se me va por cada esquina. Me deja atrapado, a veces, en profundas agonías que ni yo mismo explicar o describir sabría. Será porque el tiempo no ha podido igualar una meta demasiado alta, todas esas expectativas que no han logrado superar a la realidad más real y fehaciente. Será porque mi metamorfosis ha ido transformando, alejando, al chico que era. Ahora procuro dar las gracias, siempre y en todo momento, hasta por la más mínima nimiedad. Hablo de usted a cualquiera que no conozca más allá de las tres semanas. Intento vocalizar y neutralizar un acento demasiado bruto, hacerme el interesante en no sé cuántos contextos…

Gregorio S. Díaz "Años de guerra y racionamiento"

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