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31 de marzo de 2018

Mi maldita musa.

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Entre copa y copa. Entre cerveza y cerveza. A partir de unas miradas que matan, a sabiendas de quién somos, aun negándolo, y nunca haberlas cruzado. Sin juzgar antes del primer martes de la semana. Conocerte desde siempre y ni haberte mirado. Sácame el jugo que me queda. Ayúdame a juntar nuevas letras. Sé mi maldita musa, y dale el relevo a la primera, que me tiene cansado de conspirar contra mi propio pasado y sus ideales de belleza. Rómpeme los huesos que me quedan y, de paso, déjame amar el dolor que provocas. Hazme sangrar en un beso y con el líquido rojo hago tinta para tres ideas. Exprímeme, y yo te escribo. Te plasmo y dejo etérea en el tiempo. Te conservo y a la vez me paralizo yo, en esta especie de tregua que da la vida, en este espacio tiempo en el que no sé si todo va para adelante, para atrás o para arriba. Enséñame qué tienes y explícame, de manera lógica, por qué se parece tanto a la mierda que me ha hecho a mí a partir de los veinte. Porque la lucha y la crítica han moldeado a un corazón que, lejos del amor, cree en la Revolución. Dime que desde siempre. Cuéntame cuántas veces te cruzaste conmigo en esas calles desde que empecé a recorrerlas. No maldeciremos a nada. Éramos vidas paralelas, que, como tantas, no se cruzaban ni estaban casi terminadas. Cállate y no me digas nada. Déjame el momento para escribir y ponerle a un personaje tu cara. Permíteme que divague y que enlace historias que puede que a la luz salgan. Ya veremos si se completan o se diluyen. Si las hacemos o nos deshacen. A ver si eres capaz de llenarme el corazón de libros y de pincharme el alma para poner de nuevo a funcionar la maquinaria. 

Gregorio S. Díaz "Mi maldita musa"

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