Entre copa y copa. Entre cerveza
y cerveza. A partir de unas miradas que matan, a sabiendas de quién somos, aun negándolo,
y nunca haberlas cruzado. Sin juzgar antes del primer martes de la semana. Conocerte
desde siempre y ni haberte mirado. Sácame el jugo que me queda. Ayúdame a juntar
nuevas letras. Sé mi maldita musa, y dale el relevo a la primera, que me tiene
cansado de conspirar contra mi propio pasado y sus ideales de belleza. Rómpeme
los huesos que me quedan y, de paso, déjame amar el dolor que provocas. Hazme
sangrar en un beso y con el líquido rojo hago tinta para tres ideas. Exprímeme,
y yo te escribo. Te plasmo y dejo etérea en el tiempo. Te conservo y a la vez
me paralizo yo, en esta especie de tregua que da la vida, en este espacio
tiempo en el que no sé si todo va para adelante, para atrás o para arriba. Enséñame
qué tienes y explícame, de manera lógica, por qué se parece tanto a la mierda
que me ha hecho a mí a partir de los veinte. Porque la lucha y la crítica han
moldeado a un corazón que, lejos del amor, cree en la Revolución. Dime que desde
siempre. Cuéntame cuántas veces te cruzaste conmigo en esas calles desde que empecé
a recorrerlas. No maldeciremos a nada. Éramos vidas paralelas, que, como
tantas, no se cruzaban ni estaban casi terminadas. Cállate y no me digas nada. Déjame
el momento para escribir y ponerle a un personaje tu cara. Permíteme que
divague y que enlace historias que puede que a la luz salgan. Ya veremos si se
completan o se diluyen. Si las hacemos o nos deshacen. A ver si eres capaz de
llenarme el corazón de libros y de pincharme el alma para poner de nuevo a
funcionar la maquinaria.
Gregorio S. Díaz "Mi maldita musa"