Vas a querer volver hasta este
mismo instante. O puede que más atrás. Vas a querer volver a este tiempo de entretiempo,
de transición, de ni sí ni no. Vas a querer por siempre, cuando seas más mayor,
ser como yo soy ahora. Como tú lo fuiste entonces. Cuando, ingenuo, creías que todavía
era posible. Querrás volver, pero sin mis prejuicios, ni mis sueños, ni mis instintos.
Vas a querer haber dicho, haber hecho, otra cosa. Hacer las cosas de diferente
manera. Yo sé que matarías por un susurro, que morirías por diez minutos en las
noches de hielo y besos de tu viejo mundo. Por eso sé, también, que nada te
importaría. Que, si yo te diera las riendas de mi vida, de tu joven cuerpo, toda
posibilidad agotarías. Que te desharías frente a ella. “En el futuro es demasiado tarde”, te excusarías. El desasosiego que
te persigue, allí donde te halles, te puede y te vence. Y te imaginas a ti mismo,
a mí, marcando ese número que todavía logras decir de carrerilla, comprando
esos billetes y huyendo a otro continente. Si te sirve de consuelo, todo lo que
no hacemos es susceptible de, cuando pasan los años, querer ser revertido.
Siendo realistas, eso solo son sueños de niños. Sueños que ya se han perdido. Y
eso que yo, a veces, también lo pienso. Me maldigo y casi reviento. Quizá, en
tu vida, hayas magnificado eso. Entiende que no hay manera viable. Tienes que
entender que el olvido llega, al igual que lo hacen otras metas, otros besos,
otras vidas. Y eso es crecer, y es inevitable. Las ilusiones, solo el tiempo
que pasa, las crea. Así que, por favor, no reclames la tortura, la huida, el
volver a creer posible los improbables, la estampida. Tú no tienes nada que
perder, pero yo no puedo volver a caer. No puedo perder el poco honor y orgullo
que me quedan. Sí, sé de sobra que eso ya qué importa. Que me lo dejaría
arrebatar si así el destino lo quisiera. Pero no lo quiere. ¡Mírate!
Mendigándome un último intento. Queriendo salvar tu vida. Yo estoy haciendo lo
mismo con la mía. Aunque sean la misma…Lo siento, tendrás que vivir con ello. Tendré
yo, entonces, que hacerlo. Y cuando llegue a tu tiempo, trataré de no acordarme
de todo esto. Invertir los pocos recuerdos que queden en escritos que dejar
olvidados en un cuaderno. Llenar páginas de memorias y no frustración y dolor.
Tienes que comprender, del mismo modo en que yo lo hago, que construir juntos
el mismo camino solo sería avivar la rabia, la muerte y los celos. Que descarriaríamos.
Y uno, así, no puede ser feliz por completo. Prefiero entregarme a otros brazos
que solo aprieten de noche, y demandar en el día silencio. Maldecir, como tú lo
haces, a todo el universo. Ya habrá otra vida en la que encontrarnos.
Gregorio S. Díaz "Vas a querer"