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29 de mayo de 2018

Son besos de pólvora

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Son besos de pólvora, lo que yo te doy. Son besos de pólvora y fuego lo que procuro darte cada año, durante días que son efímeros y que dejan eternamente colmado el recuerdo. No creo en tu dulce historia. A decir verdad, solo creo en ti y en la magia que tienes. En los ojos vidriosos con los que me miras, como si yo fuera diferente. Por eso me ensucio las manos, me visto con mis mejores galas y salgo a la calle corriendo. Es por ti. No es por el humo, la música, el alcohol o la jarana. Es todo por ti. Me has hecho, desde pequeño, y desde que he crecido, no paro de enamorarme de ti. De lo que guardas. De lo que encierras y has visto. Tengo envidia de tu eterno respirar, puesto que tus ojos han tenido la suerte de ver las centurias pasar. Las caras de otros, que somos nosotros, girándose en torno a tu bailar. Por ti me sangran los dedos, me duelen los brazos, me rompo el oído y te regalo tímpano. Por ti me pongo de rodillas y lanzo una salva al cielo. Estoy seguro de que la podrás llevar con quien no he podido compartirlo. No voy a dejar de besarte la mejilla y los labios, de bailar de rodillas y lanzar al aire mis lazos. Me conformo con ver tu sombra entre tu casa y palacio, cada año. No con tenerte bajo mis hombros, sino sobre mi pecho. Quizá por eso, cada lunes, beba y me emborrache. Porque te me vas y se acaba. Porque ya no te puedo besar con pólvora. Porque tú ya no puedes hacer nada por mí que no sea esperar a la siguiente salva. A ver qué somos y donde estamos para cuando llegue de nuevo la hora…

Gregorio S. Díaz "Son besos de pólvora"

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