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10 de junio de 2018

California, Texas y Nuevo México.

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Quisimos hacerlo todo. Cualquier loca aventura prometimos algún día hacerla realidad. Qué locura. Queríamos hacer de todo. No había barreras, no hacía falta dinero ni tiempo. Solo las ganas. Tú y yo, por un lado, el resto del mundo por otro. Quisimos hacerlo todo y no pudimos. No nos dejamos. Aquellos planes no eran tan reales: no íbamos a tumbar la torre Eiffel, ni la Muralla China. No íbamos a bordar en oro y grana nuestros nombres entre los pasadizos de la Alhambra. No íbamos a romper el sistema. Pero al fin y al cabo eran nuestros. Nosotros mismos los dibujamos, en un papel en blanco. No hubiera hecho falta cumplirlos. No sé, solo tenernos. Querer compartirlos. Ya solo sería suficiente uno. Quizá el último. No para cumplirlo, solo para tenerlo. Olvidar lo que hemos jurado, lo que hemos dicho. Dejar de esperar a que el tiempo consuma dos vidas que se van al infinito cada minuto. Que se esfuman. Antes de que seamos demasiado viejos para todo eso que quisimos hacer. Es solo que ganemos vida y perdamos el tiempo. Que te tiñas de rubio y te cortes el pelo. Que te coloques un lazo y te ates un pañuelo al cuello. Que robemos un descapotable rojo, a juego con tus labios, y me quites de un beso y un susurro la chaqueta de cuero. Que te mires en el espejo, mientras me agarras la mano del cambio y yo acelero. Gastando rueda. Que compartamos helados, hamburguesas e idiomas. Que recorramos California, Texas y Nuevo México. Que pasen las líneas amarillas de la carretera recta que no termina. Que me hagas cumplir dos sueños: tener a América bajo mis pies y tenerte cogida de la mano.

Gregorio S. Díaz "California, Texas y Nuevo México"

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