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16 de julio de 2018

Cuando fuimos los mejores.

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Qué pena. Vivir solo del recuerdo. De la ilusión. En el pasado. Qué pena que el tiempo vaya dejando atrás los mejores años, que evapore los momentos y nos acribillen, luego, los malditos remordimientos. Qué pena no saber valorar la felicidad. Lo que tienes, mientras ganas. Mientras besas. Me dejaste un beso en la frente y en la mente dos cosas: una, eres diferente, dos, todo es posible. Puede que eso me hiciera volar, lejos, libre, más de la cuenta, pero siempre encontraba al camino a tu nido, como pájaro herido. Buscando amor del bueno. Del verdadero. Del único. Qué pena que ya solo queden imágenes borrosas de una bella época. Cuando fuimos los mejores. Cuando levantamos la Copa de Oro y tenía tu mano, en la mía, copando todo el mundo. Cuando éramos la envidia del planeta entero y tu piel blanca Luna se resbalaba por las noches entre mis dedos. Qué pena que los minutos que corren con todo arrasen. Que no queden ni el ciento dieciséis ni el veinticinco. Que la cuarta dimensión se ha comido todos esos recuerdos y el agua de la lluvia los ha diluido, sembrando en otros tiestos la semilla de nuestro futuro perfecto. Otros lo verán germinar, recogerán sus frutos. Qué pena que ya no ganemos como antes. Que no entren los goles y no lleguen los ‘te quiero ver’. Qué pena que haya que esperar años y años para un triste mensaje, para otra oportunidad. Un partido a todo a nada. A vida o muerte. Los penaltis. No sé si volveremos a levantar todos esos trofeos. Si, de nuevo, algún día, podré acercar mis labios a tu labios. No sé si el balón cruzará la línea, o si ya todo es olvido y alejamiento, no como la distancia que hay entre Alemania y Sudáfrica, sino como la que hay hoy entre tu casa y mi casa. No sé si ganaremos otra vez. Lo que sí sé es que, aun perdiendo, ya ganamos. Porque tengo en la recámara todo lo vivido. En la vitrina, todo lo conseguido. A la espalda, experiencia, altura de miras y estar en mi sitio. Que, si no ganamos, al menos en la memoria, nunca, jamás, nos perdamos. Eso es solo lo que le pido a la portería que tantas veces he defendido. Al mundo, del que de ti y de mí, fue testigo.

Gregorio S. Díaz "Cuando fuimos los mejores"

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