Cientos de kilómetros por
carreteras secundarias. Dejando lo rural atrás y buscando la ciudad. Por el
camino difícil, por el más largo y menos transitado. Por si podíamos parar en bares
de carretera venidos a menos. Con unas luces parpadeando y otras fundidas. Con
comidas aceitosas y Jennifers que fueron jóvenes de camareras. Miles de canciones
en esas horas. Miles de frases y melodías. Tus pies desnudos en la guantera,
con las gafas de sol puestas. Mezclando la luz del sol y los rayos de luna, la
noche y el día. Compartiendo vida, palabras y silencios. Sobre todos estos
últimos. Preguntas retóricas. Joder, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Si ayer
solo Arte y hoy todo Historia. Puede que al revés. Habitación de invitados. Una
cama y en ella un mundo. Abrazos. Besos lentos. Latidos. Tú marchas a por copas,
a darle a la red lo que quiere y desea a deshoras. Yo echo la llave y me olvido.
Te amanece en el pasillo del hotel, donde la madera chirría. Mi móvil apagado o
fuera de cobertura. Abro y ahí estás recostada, dormida. Al fin despiertas. Cientos de kilómetros por carreteras secundarias.
De vuelta. Solo un sueño. Otro día que va de rutina y cosas parecidas. Otro día de mierda. Y voy, resignado y sin peinar. Y ahí estás. Como si hubiéramos soñado
los dos las cosas por igual.
Gregorio S. Díaz "Cientos de kilómetros por carreteras secundarias"