Está bien. Ahora son solo sueños
que no se atreven a salir, a despeinarse. A convertirse. Algunas madrugadas han
hecho mella en lo que dormido piensas. Ni helados, ni viajes lejanos. Ni
Bibrambla, ni Granada. Ni el cuello lleno de colores y pajarillos. Ni cristal
ni añoranzas del doce. Está bien. Todo esto te pertenece porque nunca lo tuviste,
en el principio. Porque lo quise desparramar, luego, como si el tiempo no me
hubiera enseñado lo que era el abismo. Supongo que es eso. Y está bien. Tendré
que saldar una deuda de la que ya va quedando poco. Escuchando llantos tardes
cualquiera, de verano y de velada. De empeños, lágrimas y peludas heladas.
Poniendo fin al camino que, ahora, parece nunca acabar. Pero acabará. Y pasarán
las horas. Las barras. Las palabras. Y llegaremos a estar en paz. Te habré
pagado por todos mis delitos, por todos mis pecados. Me alejaré de espaldas, con la flecha de ella bien clavada. Y
entonces, tú, quizá, puedas volver a querer guerra.
Gregorio S. Díaz "Está bien"