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8 de noviembre de 2018

Cementerios olvidados, castillos derrumbados.

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Se niega a expandir más su frío. Porque hasta las páginas que lee, y pasa, se están llenando de húmeda escarcha. No se maldice a sí mismo por creer, de verdad, eso de la leyenda negra y el hechizo. Lo hace porque entiende que, vacío, moriría precipitado al abismo. Solo le quedaría vagar solitario por las ciudades de su imaginación, con la oscuridad de la noche en el cielo y las luces rojas y amarillas de la civilización al fondo. Andando sin rumbo, sin destino fijo. Pero, aunque el hielo sigue aprisionando su pobre corazón congelado, tu barro caliente le ha devuelto los latidos perdidos. Son lentos, pero constantes. Poco a poco más rápido. Le ha costado sudar agua, tinta y tiempo. Le ha costado travesías por el desierto en épocas de autoconocimiento, batallas nucleares entre frases, películas y versos, tormentas solares por culpa de los excesos. Y sigue vivo. No solo por sobrevivir, sino porque tiene que existir algo más que eso. Por esta razón se ha repuesto de la locura y las decepciones en forma de tortura. Por eso todo el hielo que rodeó toda su mente y cuerpo. Y vas tú y te pones en su camino. Seria y angelical, dando un puñetazo sobre la mesa. Abriendo la puerta del coche y cogiéndole la mano, para ayudarle a meter tercera. Girando el volante de manera brusca, hacia asfalto ya desgastado. Abandonado. Lleno de cementerios ya olvidados y castillos casi totalmente derrumbados. Que desembocan en otras ciudades, con otras vistas y con otras calles. Con nuevos huecos en los que esconderse y perderse. Por ello, se niega a permanecer impasible ante las señales del futuro. Se derrite poco a poco, con cada caricia en el cuello y con cada beso en la mejilla. Aunque siempre continúe con la mirada fría. Con la figura inalterable. Ahora quiere explotar con hechos y palabras. Destruir al hielo con tu ayuda, necesaria. Sentirse vivo. Vulnerable. Dejar la piel, de nuevo, amenazada. No importa que vuelvan a cortarla. Vale más que puedan tocarla. Provocar sensaciones olvidadas. Quiere decir más a menudo eso de: tú a mí, conmigo. Yo a ti, solo contigo

Gregorio S. Díaz "Cementerios olvidados, castillos derumbados."

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