Con la tecnología de Blogger.

25 de noviembre de 2018

Demonios.

0 comments
Mis demonios están bien atados. Cada vez que aprietan, de hecho, sus cadenas se ajustan más. Se tensan todas las cuerdas. Mis demonios no van a escapar, ni llenar de nuevo este Paraíso de fuego. No van a seducirme sus excéntricos juegos, ni voy a caer en la trampa de miel en la que suelen doblar los insectos. Yo ya les vencí y tienen puesto un sello irrompible, casi eterno. No son ellos los que han provocado todo ese caos y desperfectos. Hemos sido nosotros queriendo ser un huracán un día y al otro tormento. La incertidumbre de no saber si despertaré pudiendo coger tu mano o desayunado tu desamparo. Analizando cada paso que he dado, como si estuviera siempre pisando fango. Nada me guía ahora más que tu faro, y no sé por qué te empeñas en cambiar de luces e incluso, a veces, apagarlo. No tengo, ni quiero, otro lugar al que regresar. Toda isla ha quedado muy atrás. Lejos de la realidad. No hay más orilla que la de tu piel, ni más castillos que los que quiero en tu pecho erigir.  No hay nada que necesite del ayer, ni aunque algunos capítulos todavía tenga por escribir. No. No son mis demonios. Quizá sean los tuyos los que no te dejan dormir y te susurra por la noche cosas oscuras sobre mí. Que tienes un ojo abierto y otro cerrado, por si me da por salir. Esperando cogerme por sorpresa para poder decir: yo sabía que sí. Que tienes miedo de que te quieran y no quieres oír que yo te quiero  a ti. 

Gregorio S. Díaz "Demonios"

No hay comentarios:

Publicar un comentario