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28 de enero de 2019

Qué cerca y qué lejos.

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Qué lejos. Madre mía, qué lejos. Qué lejos hoy, y qué cerca estuvimos ayer. Compartiendo vainilla, rebeldía y saliva. Los típicos primeros lazos. Primeras experiencias. Lágrimas, vida y besos. Segundas vías de acceso. Demasiada mierda al final, ya sabes, todo eso. Qué cerca y qué lejos. A mil metros bajo tierra todo aquello. Bajo losas impenetrables del puto tiempo. De más de diez inviernos. Renegando de todo lo que un día juramos no hacerlo. Como si, de verdad, ya no tuviera trascendencia y no importara cada vez que fuimos más que un deseo. Dejando a la memoria de lado y construyendo nuevos edificios altos, con pegamento bien fundido. Sin grietas de ningún pasado. Reconstruyendo la identidad del haber sido, del tener un clavo al que agarrarse pero que, en realidad, es lo auténtico, lo que siempre ambos hemos querido. Alguien con quien no solo perder el tacto y el sentido. Con quien saber ser y tener abrigo. Un respaldo tras el agotamiento diario, puesto que ya no somos los ociosos de antaño. Qué lejos y qué cerca hemos estado. Más allá de nuestro tiempo, aunque sigamos rondando por el mismo espacio. Tú para arriba y yo para abajo. 

Gregorio S. Díaz "Qué cerca y qué lejos."

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