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9 de junio de 2019

Mentira y trampa.

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Una farsa. Un show. Una gran mentira, de la que ni el primer beso fue real. Cada gemido, un gemido fingido. Una triquiñuela de magnitudes esperpénticas. De la que se reirán hasta en la Luna. Todo era mentira. Las verdades que me he dejado, entre lágrimas, solo eran historietas divertidas que escuchar con detenimiento alguna que otra noche. Como si de un juego macabro se tratara. He vivido la enésima mentira de mi vida. Otro adiós sin avisar, dejando tras de sí regueros de sangre y más de mil heridas. Una mentira que te escupe a la cara, mientras se marcha, mirándome de espaldas y por encima del hombro. Solo ha sido una aventura, un juego tan real como la cuenta que me dejas por factura. Un ‘ya no me sirves’, puesto que ya te parece obsoleto todo mi cuerpo y todos mis deseos. Todos mis miedos, que hice tuyos, y contra mí se han vuelto. Tonto, ingenuo, pensando que por fin había llegado el momento. Que tenía delante, y al lado, a quien no dejar nunca de estrechar la mano. Y me la ha apretado tanto, que ha acabado quebrando cada hueso. Llevándose la falange, como le gusta, de recuerdo. Mis penas y secretos, para airear por ahí, mostrando como trofeo el corazón que yo ya no tengo. “Este pobre ha estado besando mi suelo. Este pobre hombre ya no tiene nada, le he dejado seco.” No solo todo era mentira, sino que era una gran trampa, que tuve que ver venir antes de que me quedara de amor ciego. Antes de decir: sí, siempre. Te sostengo. 


Gregorio S. Díaz "Mentira y trampa."

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