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15 de julio de 2019

La sorpresa del 'vete, pero quédate'.

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El astigmatismo y los ojos achinados. Entreabiertos. Los rayos de sol en el ventanal del salón, traspasando el cristal. Los destellos naranjas inundan lo que fue una fiesta y una sorpresa del “vete, pero quédate”, los últimos días de primavera, antes del verano. Con el calor, y el sudor, pegado a nuestros cuerpos, mientras se rozaban. Se tocaban. Confundiéndose en el tiempo y en el espacio. En la Historia. La persiana bajada y el colchón en el suelo. Tumbados en el sofá, con mil apuntes de por medio y el miedo a no saber qué pasará. Estudiando los dos a la par. Leyendo y, por el rabillo del ojo, mirándote las bragas. Aquel fue el apogeo de un fuego, de una candela, que, antes de que empezara a arder, ya se veía el final. Ni cenizas. Todo eso sumió en oscuridad aquella habitación. Tampoco dejó traspasar un rayo más de sol por el cristal. 

Gregorio S. Díaz "La sorpresa del 'vete, pero quédate'."

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