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3 de agosto de 2019

Sálvame.

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Sálvame tú, si puedes. Agárrame fuerte. No dejes que se deslicen tus dedos entre mi cuerpo y se hunda más en el cemento. Bésame lento. A cualquier hora, donde sea, de improviso. Sálvame tú, y creemos una historia. Sálvame, solo si quieres salvarme. Si vas a estar dispuesta a entender cada uno de mis rompecabezas. Si me vas a tener siempre en cuenta. Si vas a estar cerca. Sálvame tú. Haz que no me sienta solo en el mundo de todos. Que note tu calor en las noches de frío invierno y en las de calor del verano a cielo abierto. Que no quepan dudas en lo que construimos. Sálvame. Si, y solo si, quieres de mi hasta la última gota de sangre. Hasta el último poro de piel. Sálvame si tienes conmigo el deseo de fundirnos eternamente. Si quieres, como yo, cortarles la cabeza a todas esas serpientes. Sálvame, y dime que estoy yo, únicamente. Que soy yo el que quieres. Sálvame tú, si es que puedes. Pero no me dejes que te quiera si no me vas a querer. Si vas a estar cuando las obligaciones aprietan, y no cuando las libertades saluden. Si vas a estar para las cuestiones nimias y no cuando haya algo serio que hablar. Si vas a estar cuando todo alrededor es yermo, y no cuando todo esté completo. Si no vas a estar para mí, y sí para los demás. De ser así, no me salvaré. Doblemente la música triste y melancólica pondré. No habrá salida. Lágrimas y noches y noches de leer.  

Gregorio S. Díaz "Sálvame"

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