Con la tecnología de Blogger.

3 de diciembre de 2019

Pirámides.

0 comments

Cuando acabes, tira los pedazos de mí por las escaleras de todas las pirámides. Luego, límpiate mi sangre en el Amarillo y continúa, sin miramientos, tú largo viaje. Por la selva amazónica, desiertos, templos y pistas de aterrizaje. Pero ahora, exprime cada poro de piel, que aún puede salir papel de muchos colores. Aprisiona con el cinturón la ropa y deja que explote la pasión en su caja de Pandora. Que ahí mismo se concentre y se mantenga. Que no tenga, para escapar, ninguna rendija. Aprieta las tuercas para que, con voz robótica, diga palabas casi perfectas. No comprometidas. Siempre afirmativas. No deshechas. Nunca indiscretas. Ten el motor de todo lo que mueve el mundo en la mano y dirige los designios intempestivos de quien, por no perder y verse perdido, se permite tener amo. Ser esclavo. Impón tu criterio y tu ley, sobre todo ciudadano y obliga al que te escucha a cumplirla, bajo pena de prisión, sofá y duro suelo noches y noches, incluso días tempranos. Cumple todos tus sueños y arrastra contigo al que viene agarrado al brazo. Deja que piense y que sea consciente solo una vez al año. Que, aun preso loco y perdido, estará dispuesto a seguirte. Aunque muerto en deseo, cansado y vacío, serás a quien atado se quede.

Gregorio S. Díaz "Pirámides"

No hay comentarios:

Publicar un comentario