Otro agosto. Otro agosto, y veo
que el tiempo pasa como una exhalación, que se me acaba. Se me hace tarde. La claridad
de la puesta de sol deja paso a una noche que puede ser demasiado larga, si no
se hace eterna. Otro agosto y sigo juntando letras con nostalgia y melancolía,
recordando la pasión, los tira y aflojas, las risas, la carretera y todas y
cada una de las canciones que nos dedicamos, recopiladas a conciencia. Otro
agosto y eso de que el tiempo pase tan rápido y que se desvanezca en un abrir y
cerrar de ojos, me parece una reverenda mierda. Porque atrás se queda la
juventud, la inocencia, las caricias y todas esas malditas promesas que nunca
seré capaz de cumplir. El que uno fue, ya no es. Lo que dos fueron, no serán. Idealizadas
tengo aquellas maravillosas circunstancias, la de los primeros pasos en una
vida adulta. La misma que parecía bien trazada, contigo resuelta. Pero todo
aquello, nuestras voces, nuestras palabras, parece un lejano sueño, una película
norteamericana de los cincuenta. Un sosegado receso del estrés de siempre. De
todos los días. Lo que fui, y lo que no pude llegar a ser, pedirán perdón para
siempre y no se perdonarán nunca. Porque lo malo no está fuera, sino aquí dentro.
Porque todo encaja y yo no tengo puzle. Quizá en el que sobre y en alguna esquina,
como pieza mal colocada. Porque me he dado y quitado todas las razones con las
que me convencí. La perspectiva, dice, que fueron erróneas. Que no supe medir
las consecuencias. Que parece que aún no he aprendido nada de mi amada
Historia. Otro agosto que pasa y los que vendrán, escribiendo sobre lo que se deja
atrás. A lo que no hay manera de volver.
Gregorio S. Díaz "Otro agosto"