Qué te parece si hacemos un trato algo indecente. Yo me quedo huérfano de futuro, me hago cada día más viejo, más amargo, más solitario. Elaborando ideas, expulsando tinta por la boca, por las manos y la cabeza, entre más de cuarenta paredes repletas de librerías propias, con la mesa llena de copas de licores caros y desorden a cualquier hora. Y tú...qué te parece si tú, con toda tu vida resuelta, tan diva y dispuesta, prometida en matrimonio tal y como dice el anillo de tu dedo, con un lecho conyugal caliente al que regresar, te vienes de vez en cuando. Pones alguna excusa barata, viaje de negocios, noche de chicas. Me visitas y hacemos el amor de todas las formas y tantas veces como el caprichoso destino nos ha privado de hacerlo. Sin más pretensión que eso. Qué te parece. Bueno, quizá alguna risa y un lote de besos. Hasta puede que algún que otro juego. Te esperaré cada noche, bebiendo y leyendo, tras mi ventana. También los lunes. Con la vana esperanza de que algún día traigas una maleta. Qué te parece si me quedo solo en una casa grande, para tapar todos mis miedos. Si me vuelco en lo que soy bueno y dejo de cumplir deseos que no son míos. Qué te parece si decido tirarme al abismo. Qué te parece si me haces compañía, intermitentemente, por toda una vida. Qué te parece si me das esa chispa, carne que agarrar y suspiros que luego escribir en páginas amarillentas. Como aquellas promesas, pero sin cadenas.
Gregorio S. Díaz “Qué te parece”