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7 de abril de 2022

Fuego griego

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Préndeme en fuego. No de ese que tan solo quema una noche y al amanecer apenas es ceniza que devuelve polvo al Universo. No de ese que se enciende con una chispa y una brizna de viento se lo lleva a otro lado, más cálido. Préndeme en fuego una última vez. Que el cuerpo se muere, tiene cada vez más heridas. No responde al tacto y piensa que a pesar de seguir viviendo ya ha dejado de existir. Préndeme en fuego y, si hace falta, déjame expirar mientras tus ojos se clavan en mí. Prende a la vez también mi alma y asegúrale un hueco en el cielo del que tanto hablabas. Hazla tuya allí, por fin, porque te pertenece. Préndeme en fuego, pero no cualquiera de ellos. Préndeme en fuego griego, que no se apague nunca, que deje mi piel siempre presta, brillante, a la tuya magnética. Tienes la llama cerca, huele todavía la vela en el pañuelo impregnada de la última fiesta. Que se mantenga viva hasta que la naturaleza arrase con todo lo que es suyo por ley natural. Que sea un fuego griego que me reviva y al mismo tiempo me mate poco a poco, de forma continua, pero lenta. Ciérrame los ojos, cuando llegue el momento, y cántame una nana antes de que estreche la mano del barquero y se cobre los servicios prestados. Déjame que después del éxtasis pida perdón por todos mis pecados, por mi tiempo que siempre elige el futuro a destiempo. Pero, por favor, que no se te olvide. Préndeme en fuego. Que quiero sentir estar vivo, y no medio muerto.


Gregorio S. Díaz "Fuego griego" 




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