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10 de noviembre de 2022

Otro día que no me conoces

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No sé si cuando el gallo ha cantado tres, cuatro o quinientas veces, ni si lo has considerado como una especie de traición, pero negar has tenido que negarme. Has afirmado que no sabes, que no me conoces. Que no tienes idea de por dónde van mis pasos, ni mis palabras. Que el pasado eligió, que hay mil caminos. Que Roma no se construyó en un día y que las llamas hicieron arder hasta las túnicas con las que nos desvestimos. Que ahora está todo más claro y despejado. Que era yo el que traía nubarrones y eléctricas tormentas. Que mi maldición hechizaba y colocaba en las pupilas halos de verde violeta. Que no recuerdas mi rostro, ni cómo sonaba mi voz. Que ahora endulzas la vida, que hay rosa y no marrón. Que una bala plateada era todo lo que poseía, y no tenía honor, lógica ni razón. Que descubriste lo que era y toda mi mierda de etiqueta. Y que, así, una unión no merecía la pena. Qué iba a aportar yo a la pureza de unas curvas pasionales y a la rectitud y saber estar que se exige cuando estás delante de los altares. Que era una mezcla sucia de sangre. Y, sin embargo, por las noches, en sueños, no dejas de repetir mi nombre. Por las tardes, cuando el sol se apaga y la penumbra entorna la puerta, lees entre líneas, por si estás protagonizando alguna de ellas. Y te ves ahí y te vas satisfecha. Otro día que no me conoces y otra noche que me sueñas.


Gregorio S. Díaz "Otro día que no me conoces"




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