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30 de diciembre de 2022

No llorarás

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No llorarás cuando las velas soples y se apaguen, ni cuando tengas que saciar lo que solo se sacia gracias al instinto. No llorarás cuando, de blanco, selles el juramento inquebrantable que una vez me prestaste, ni en el avión destino Bali, Kuala Lumpur o Buenos Aires. No recordarás, ni siquiera, lo que fue. Tampoco maldecirás todas mis manías, todos mis inherentes males. No ibas a poder a resolver con el tiempo lo que la lógica todavía no ha hecho. No derramarás ni una sola lágrima cuando, de manera efímera y etérea, caigas en la cuenta de que no estoy en el coche de los años veinte esperando para ver una nueva novia a la fuga. Yaceré en mi lecho o perdido en los montes de los que siempre soñé con escapar y hoy parecen ser los barrotes de mi cárcel. Puede que sean buen refugio, donde huir de la autoridad del tricornio, ilusionar a otra nueva Lola María para terminar muriendo por los continuos asaltos y mis coloradas ideas. No llorarás cuando entiendas, como yo he hecho, que no habrá promesa más pura que la que se hace en una jornada de santos ante unos niños.  No llorarás, porque tienes el futuro apretado en tus manos. Quizá, puede que lo hagas, cuando me lleve a la tumba todas las letras pendientes que se deshacen conforme pasan los años.

Gregorio S. Díaz "No llorarás"




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