Como dice la rumba carnavalera: “si quieres ser feliz, vente conmigo a la Luna”. Tengo el billete de solo ida y allí sería el último escenario en el que te amara a manos llenas. El único lugar realista en el que tendríamos la posibilidad de escribir otra historia. No hay oxígeno, pero aquí tampoco se puede respirar a veces. El mundo va tan rápido que no hay un solo síntoma de alivio. No hay un hogar, pero seguro que conoces cómo aprietan cuatro paredes. Gritar libertad en un paraje inhóspito amplía horizontes. No hay ruido, pero es que echo de menos nuestro silencio. Eran como pequeñas cápsulas de espacio- tiempo. No hay nada, pero quizá con nada lo tengamos todo. Desarraigar el corazón de la tierra quizá eleve el alma. No hay vida, pero tú y yo se la daríamos. En los ciento veinte segundos finales apreciaría la juventud y el recuerdo, la belleza y la tristeza, la luz y la oscuridad, y un beso. Como el primero. Uno eterno.
Gregorio S. Díaz "Vente conmigo a la Luna"